Finalmente llegó el movimiento: corretear y corretear. Hubo alguna imitación de sonidos, y sobre todo, caras de extrañeza. Veremos cómo van viviendo las sesiones.
Estaban perplejos, así que no dudaron en representar, creo que tenían la sensación de no tener otra cosa más que hacer.
Así estaba la clase cuando entramos a la sala. Además se oía una música al entrar, otra al salir y sonidos de gente que nos asustaban, nos hacía reír o nos extrañaban.
El cuento, 'Las jirafas no saben bailar', le leímos después del descanso.
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