Una característica de la primera infancia es conocer los elementos de su entorno por su apariencia y características físicas además de por sus efectos.
Hoy las bandejas han buscado bruscamente el contraste.
Los niños han investigado diferencias atendiendo a su capacidad para manipular con las herramientas que les hemos propuesto.
Materiales:
- Sal, arroz y azúcar: blanco.
- Harina de maíz: intermedio.
- Espaguetis, maíz y macarrones: amarillo.
Herramientas:
- Vasos altos y bajos, anchos y estrechos, embudos, coladores, cacitos, tubos estriados.
Características que han observado en los materiales:
- Aplastamiento, uniformidad y vuelta a la forma inicial. Los materiales-polvo, como la harina de maíz permiten estos aprendizajes.
- Texturas: suave, áspero, diferente grosor grano fino a más gordo que permiten materiales como el arroz, el maíz y la sal por tener diferentes tipos de "grano" en contraste con los que no lo tienen como la harina de maíz. El grosor del grano y el diámetro del agujero del embudo permiten tener la oportunidad de aprender sobre lo que pasa y no pasa y/o cuándo pasa.
- Longitudes: con un tubo largo el material hace un recorrido más largo que sin un tubo y usando directamente el embudo.
- Capacidad: llenar y/o cambiar de recipientes el material. A veces sobra material, otra veces falta material.
- El sentido del gusto: dulce, salado.
- Construcciones: a favor y en contra de la gravedad.
Ismael a Yumara: Mira, coge, hace cosquillitas.
La textura del arroz.
Más adelante coloca en el bol de madera un recipiente alto, mete el tubo estriado y arriba pone el embudo. Yumara observa cómo le va llenando. Después lo echa al bol de madera.
Cantidades: llenar-vaciar. Y también la pregunta de ¿entra la cantidad que tenía en el vaso alto y estrecho en el bol bajo y ancho?.
Esto ocurre en el arroz pero después cambian a la harina de maíz. Vaya contraste sólo en color y en textura.
Yingxuan primero estuvo con los espaguetis. Le animé a ir a la sal. Empezó solo pero pronto llegó Pablo y empezaron a charlotear y reír con los efectos.
Llenar con el embudo y el cacito, primero un vaso alto y estrecho, después un vaso bajo.
Se turnan en llenar el vaso alto, hay veces que la sal no pasa bien y hay que dar unos golpecitos:
O simplemente cargar poco, así baja mejor.
Los dos hacen lo mismo, varía la altura del vaso pero esto no les importa.
Llenan y observan cómo el grosor de la sal cae por el agujerito del embudo.
Lucas se centra en manipular cantidades, el maíz, porque enseguida se da cuenta de que el agujero del embudo se queda taponado.
Llena el embudo con el cacito, lo echa al vaso alto, lo echa al cacito que tiene aún menos capacidad.
Y lo repite incesantemente. La repetición es necesaria para poder observar todos los efectos de la actuación que están en proceso de conquistar.
Llenar con el cacito, echar del embudo al bote alto,
echar del bote alto al embudo... ¡uy, cae uno!. Al echar poquitos, no se tapona el agujero.
Echa pocos a pocos y coloca el cacito debajo, para que caigan ahí, hasta que vacía el vaso alto.
El gusto es una cualidad infalible para reconocer el azúcar.
Se atreven a probar la sal y también la harina de máiz, sus pupilas gustativas los rechazan con rotundidad.
Hemos llegado a ser tres adultos en el aula, esto permite enriquecer o acompañar su juego.
Los días de bandejas la alternativa son las maderas, un material muy abierto.
Han utilizado las largas para colocar las pequeñas. Hicieron una construcción que abarcaba mucho espacio, alguien la tiró y la orden del enfadado fue la re-construcción. No lo dudaron, el problema es que no están teniendo en cuenta la gravedad.
Martín las aguanta mientras Sergio se las da pero llega un momento en que se caen y Lucas les indica que bajan hasta la otra.
María, que fue una de las que había iniciado esta construcción tan grande ya sabe que se reconstruye de abajo hacia arriba.
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